Una de mis muchas rarezas es que pasé de ser un niño gorfiflón (y fofo) y un adolescente gordito (y acomplejado) a un adulto deportista, aficionado a salir a correr cada tarde que puedo y a apuntarme a todas las carreras de 10 Kms, Medio Maratón y Maratón que me salen a tiro.
Otra, que durante el BUP (el 3º y 4º de ESO y 1º de Bachillerato actuales, allá por el Pleistoceno), opté por coger el Francés como “Lengua Extranjera”, en vez del Inglés, a diferencia de lo que hacía el 99% de los alumnos de mi Instituto. Esto no significa que, por necesidades sobre todo laborales, no acabara teniendo que aprender la “lengua de Shakespeare, en academias privadas, cursos al extranjero, etc, y de hecho hoy la hablo, leo y escribo con solvencia.
Quizás de aquel aprendizaje de la “lengua de Molière” me ha quedado la muy francesa costumbre del “Chauvinismo” hacia el propio idioma, por lo que siempre que puedo evito emplear innecesarios anglicismos allí donde “la lengua de Cervantes” tiene una palabra equivalente.
Por eso, para mí “correr” siempre será “correr”, nunca “running”.
